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martes, agosto 05, 2008

Día 8: 01-08-08. Salida de Illinois y llegada a Missouri

¡¡¡Hola muchachada!!!
Os paso a relatar cómo comenzó y como se dio el primer día del mes de agosto de 2.008 para este grupo de intrépidos.
Todo empezó en la cama de un motel de carretera al lado de Farmersville (en Illinois), bruscamente, cuando el maldito móvil (que cada día que pasa estoy más convencido de que tiene más inconvenientes que ventajas) dijo que ya era la hora de ponerse a trajinar.
Nada más salir del motel nos dirigimos a desayunar (el desayuno en el motel estaba “non incluyed”).
Primero desayunó el que más lo necesitaba: el Cañonero (nombre cariñoso con el que hemos bautizado a la bestia que nos traslada). Le llevamos a desayunar a la gasolinera más cercana y ¡cómo desayuna el jodido! Cada desayuno nos sale a 80$.
Por cierto, lo de echar gasolina aquí (como un motón de cosas rutinarias del día a día) es toda una experiencia.
Después nos tocaba desayunar a nosotros, así que fuimos al pueblo de Farmersville que, como indica su nombre, se dedica al tema del ganado (la granja y todo eso…).
Allí nos metimos el típico y “ligero” desayuno americano, en un local puramente idem llamado “Silver Dollar”. El desayuno consistió en: un huevo frito, salchicha, tostadas y zumo de naranja (y algún insaciable-voraz tomó café).

Ni qué decir tiene que, tras lo anterior, todos, incluido el Cañonero, salimos de Farmersville como señores (en lo que a depósito lleno se refiere…) y proseguimos la marcha hacia el Estado de Missouri.
De camino vimos en un pueblillo una gran superficie (Wal Mart) y decidimos parar a hacer unas compras.
Nos pillamos allí la mejor compra que hemos podido hacer en todo el viaje: una nevera portátil. Desde entonces la llenamos todas las mañanas de hielos (aquí los venden en cualquier lugar…) y metemos agua y cervezas. Cuando se tercia nos tomamos unas cervecitas fresquicas dentro del Cañonero y el viaje se hace la mar de placentero Baldomero.
También pillamos unos bocatas (para comer ese día, lo cual agradecieron nuestros bolsillos y nuestros estómagos, sobre todo éstos últimos), bebidas, fruta, yogures y alguna otra pijada.
Del súper (al igual que lo de echar gasolina que he comentado), decir que es también una experiencia lo de comprar aquí.

Me sorprendió mucho que la ropa aquí está bastante barata (teniendo en cuenta además que a los precios que marcan hay que dividirlos por 1,557 para pasarlos a euros).
Tras el súper proseguimos camino, intentando seguir en todo momento la Ruta 66, o lo que queda de ella (muchos tramos de la misma han desaparecido).
Cuando circulábamos por ella (todavía en el estado de Illinois) paramos en un pequeño museo que vimos al lado de la carretera (Henry’s Rabbit Ranch), pero estaba cerrado, no sabemos por qué. Una pena, pues tenía muy buena pinta...
De esta manera seguimos con la ruta y, poco después, entramos en el estado de Missouri y, al rato, llegamos a San Luis (Saint Louis).
Previamente a llegar a San Luis habíamos podido observar con entusiasmo cómo el termómetro con la temperatura exterior que tiene el Cañonero marcaba 41º (¡¡¡bieeeeeen!!!).
Aparcamos el Cañonero en la 10ª avenida de San Luis y nos fuimos a un parque con nuestras compras (bocatas, frutas, yogures…) y nos dimos un festín. Los bocadillos no nos hizo falta calentarlos, pues para eso ya estaba el ambiente (40º).
En plenos horrores digestivos nos pusimos a visitar la ciudad. Que visitar la ciudad quiere decir visitar su impresionante arco metálico.
Se trata de un arco de casi 200 metros de altura y los mismos metros de cuerda (la separación entre sus “patas”).
Lo anterior, combinado con la esbeltez que tiene, hace que el arco resulte impresionante, especialmente visto desde cerca.
Aunque lo debió diseñar un arquitecto (coleccionista de medallas y honores, ¡faltaría más! ¡qué injusto es este negocio!), se trata de una obra de ingeniería espectacular, como siempre pasa en estos casos.
Y esta reflexión me conduce a otra que debéis tener siempre muy presente: Un arquitecto tiene que ir siempre bien vestido porque en cualquier momento y en cualquier lugar se le puede hacer un homenaje.
A mí me encantó el arco, quizás porque no me lo esperaba tan espectacular y/o quizás por defecto profesional (en un museo que hay debajo del mismo explica cómo lo construyeron, y es la mar de interesante…).
El arco simboliza la “Puerta del Oeste”, que es como se conoce a San Luis. Y es que era la ciudad en la que comenzaban las aventuras antaño para todos aquellos que se dirigían al oeste del país para buscar fortuna.
Comentar también de San Luis otro atractivo de la misma, y es que en ella se juntan los ríos Mississippi y Missouri, para dar lugar a unos de los ríos más importantes del mundo. La vista del río a su paso por San Luis es interesante (tiene una anchura increíble, bastante más que el Ebro a su paso por Reinosa). Curiosamente, ese día bajaba con una crecida espectacular (bajaba marrón y con muchos arrastres de maderas…), de forma que algunas calles anexas al río estaban cortadas por la crecida. Aún así tuvimos valor para acercarnos y, como símbolo, tocar sus aguas.
Yo en San Luis las pasé putas con el calor, pero que mucho. Lo de ser de una zona fría te juega una mala pasada cuando llegas a un lugar con calor extremo.
En lo referente al grupo, por un error de coordinación interno vimos la ciudad separadamente. El subgrupo 1 lo constituyeron Edu-Carlos-Luis. El subgupo 2, los demás.
A eso de las 6 nos fuimos de San Luis.
Me quedé con las ganas de ver la fábrica de cervezas Budweiser (cerveza que se puede encontrar en España en muchos bares), que resulta que es la más grande del mundo. Habría estado bien. Pero el grupo quiso proseguir camino… Paramos en un pueblo llamado “Eureka”, aunque solo fuera por ese nombre. Estuvimos viéndolo en unos 40 segundos (tiempo más que suficiente para ver los pueblos de por aquí) y entramos a una especie de bar, con la intención de tomar una cerveza. Cuál fue nuestra sorpresa cuando vimos venir a la que atendía aquello con 5 cartas, para cenar. “Mozuca, ¡¡¡que son las 7!!!”. Es lo que nos dieron ganas de decirla. Pero nos limitamos a decirle “¿Is posibol tu teik onli e bier?”. “Sure” dijo ella. Nos supieron a teta de novicia.
Proseguimos camino y, a la hora que Dios manda para cenar (9-10), paramos en un local al lado de la autopista (Miller’s Grill) para hacer o que nos habían ofrecido a hacer tres horas antes.
Cenamos y nos pusimos a buscar motel (que nos costó un ratillo porque eran un poco caros los de por allí) y al final encontramos el “Star Motel”, en Waynesville.
Negociamos con la chavala que atendía aquello un descuento en el precio e incluir el desayuno.
El día siguiente nos depararía una desagradable sorpresa en este sentido, pero eso ya os lo cuenta otro…
Por cierto, comentar de la Ruta 66 que lo que más llama la atención (hablo en 1ª persona, aunque creo que la sensación es general) es el simbolismo y la historia que desprende todo lo relacionado con ella. Por todos los pueblos por los que pasa, o pasaba, existe alguna mención a la misma. Muchos bares están decorados con símbolos o detalles de la ruta y hay muchos museos relacionados con ella a lo largo del recorrido. Al recorrerla sientes que es algo más que una carretera.
Desde el corazón de América, un campurrianu informó al mundo… ¡¡¡Viva Campoo!!! Besitos para ellas. Abracitos para ellos.
Ah. Que tu mama se recupere y que no lo pases mal.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Solo comentar que aunque lo mio no es un cañonero, con lo de que aqui la gasolina esta mas cara y eso, a mi me cuesta si esta muy vacio, casi 85 € (no $) darle de desayunar, asi que aunque ha crecido menos, debe ser de la misma familia ;-P

Por otra parte, no se como os puede entrar ese desayuno por la mañana. Supongo que es una cuestion de costumbres, pero yo no creo que pudiese meterme eso al levantarme.

A seguir bien.

Arnold.

McFer2k dijo...

ME imagino que si lo pasáis mal para buscar algún motel baratillo (estilo Super 8, Motel 6, o cualquier XXX-Inn) tocará dormir en el Cañonero, no? Vamos, al menos una noche antes de llegar a Las Vegas y comprobar como lo pasaban los auténticos viajeros del Route 66.

Por cierto, he leído que Sir Paul McCartney está haciendo la misma ruta con su nueva pareja, en un Ford Bronco blanco. Dicen que está amable para sacarse fotos y hablar...