Páginas

lunes, febrero 23, 2009

Los Ángeles

Hoja de ruta para los Oscar
Extraído de elmundo.es (http://www.ocholeguas.com/2009/02/09/america/1234196030.html?pestana=1)

Los Ángeles puede ser de todo menos una ciudad. Exagerada, extraña, salida de madre y con un urbanismo que parece fruto de la improvisación, la metrópolis californiana será objeto de todas las miradas en los días previos al 22 de febrero, con motivo de la gala de entrega de los Oscar

Cien kilómetros mide Los Ángeles. Conocerla en su totalidad sería una locura, un imposible y, también, un absurdo. Más allá de su parte histórica (que la tiene), Hollywood Boulevard es el lugar en el que todo converge: la ceremonia de los Oscar, los turistas, el Teatro Chino, el cartel de Hollywood y un sinfín de tópicos que hacen de esta megaurbe de plástico y botox un lugar apasionante.

1. Ante ustedes...
Con apenas nueve kilómetros, Hollywood Boulevard no es sólo una de las calles más famosas de L.A, sino una de las más... cortas y comedidas. En una ciudad en la que hay avenidas infinitas, capaces de unir la distancia que separa Madrid de El Escorial, este boulevard se caracteriza por su sencillez aparente, escasa desertización (esto es, se ven peatones por sus aceras) y una concentración inusual de caramelos para el turista que aterriza aquí en pos de una dosis de espectáculo e intrascendencia típicamente angelina.
El tramo más estimulante (el comprendido entre Gower Street y La Brea Avenue) mide apenas dos kilómetros y allí se concentran los principales focos de atracción no sólo de este barrio cinéfilo, sino de toda la localidad: el Teatro Chino, las famosas estrellas que decoran las aceras, los hoteles míticos, museos sin ningún tipo de complejos y tiendas de souvenirs con toda la memorabilia imaginable sobre la meca del cine.

2. El rótulo prohibido
Si hay algo sagrado en Los Ángeles, eso es el famoso cartel de Hollywood. Dadas las mediáticas consecuencias que tendría una intervención en el grupo de letras, resulta imposible acceder hasta los pies de éstas... de una forma legal. Las medidas de seguridad eran inexistentes en 1927 cuando la actriz Peg Entwistle se lanzó al vacío desde lo alto de la letra H (15 metros de caída), desesperada por el fracaso de su carrera artística. La mejor forma de aproximarse para obtener la necesaria fotografía es por el sur, ascendiendo por el laberinto de calles residenciales que se abre entre Los Feliz y Hollywood Hills.
Una opción práctica y sencilla es seguir esta ruta: partiendo de Franklin Avenue (la paralela al norte de Hollywood Boulevard) hay que tomar Beachwood Mover hasta enlazar, a la izquierda, con Ledgewood. Hay que subir por esta hasta toparse con Rockcliff, donde se gira a la derecha hasta llegar a Deronda, a mano izquierda. A medida que ascendemos por ésta, aparecerán ante nosotros las letras-rótulos... y si es con luz de atardecer, mejor. La breve excursión (siempre en coche, por supuesto) permite conocer, además, la cara amable y cercana de la metrópolis angelina: casitas residenciales sencillas, hechas en madera... prueba inefable de que, también, hay seres humanos que habitan en el interior del monstruo.

3. Como huellas de dinosaurios
Todo el mundo acudía al café Rick’s de Casablanca. Lo mismo ocurre con el Teatro Chino: a diario, una horda de gente se concentra en el número 6801 del Hollywood Boulevard, frente a esa fachada icónica de aires asiáticos. Sus intenciones pasan por pisar, fisgonear y hurgar en las huellas de los más de 200 artistas que, desde 1927, han sido invitados a inmortalizar su nombre en el cemento fresco. Aparte de las huellas digitales de artistas de todo tipo (desde Marilyn Monroe a Steven Seagal), algunos baldosones tienen mensajes añadidos (Volveré, escribió Arnold Schwarzenegger) o, incluso, guiños a la ficción, como las aletas del pato Donald, el surco de los rodamientos de R2D2 de Star Wars o el arpa de Harpo Marx.
La plazoleta, de acceso gratuito, es testigo del paso de más de 4 millones de personas al año, lo que la convierte en el principal caramelo turístico de L.A. Este hecho no pasa desapercibido para las decenas de impersonators que, ataviados como Elvis, Darth Vader o Superman, ofertan su imagen para alegrar las fotos y así ganar unos dólares. El Grauman's Chinese Theatre (ése es su nombre completo) oferta además la posibilidad de, previo pago, visitar el interior de las instalaciones, las bambalinas y recovecos.
A apenas dos kilómetros al sur, en el número 7734 Santa Monica Boulevard, se ubica el Tomkat Theatre donde se instituyó hace unos años el Sex Walk Of Fame. En el lugar se exponen las huellas de algunos de los actores y actrices más importantes de la industria porno. Las de las manos y los pies, claro.

4. Introducción al mundo del Oscar
El famoso Kodak Theatre, gigantesco recinto que, anualmente, acoge a la mayor concentración de astros del firmamento celuloídico no es lo que parece. De hecho, parece tan poco que apenas se deja ver. Ubicado en el interior del inmenso centro comercial Hollywood & Highland, pared con pared con el Teatro Chino, el Kodak cuenta con un acceso discretísimo, más propio de un modesto cine de barrio que de un anfiteatro de su importancia y calado. Las galerías en las que se encuentra albergan la mayor concentración de tiendas de moda de la zona, así como bares, restaurantes o tiendas de electrónica que, el día de la ceremonia, son discretamente ocultadas tras unos amplios cortinones.
En los días previos, es posible pasear por un tramo de la alfombra roja (convenientemente protegida y plastificada) que luego pisarán las estrellas. Asimismo, durante el mes de febrero, en un local del propio Hollywood & Highland, en el patio exterior (su ubicación cambia casi cada año), se habilita la exposición Meet The Oscars! donde se exhibe medio centenar de estatuillas reales. Los visitantes pueden coger una con sus manos para captar sensaciones, calcular su peso y tamaño.

5. Shopping en una urbe imposible
Los Ángeles dista mucho de ser un paraíso para los amantes de las compras. Más allá de Rodeo Drive (que más parece un parque temático que una calle real), la Main Street de Santa Mónica o los Malls que salpican, aquí y allá, la llanura angelina, la ciudad californiana tiene tiendas de todo tipo y condición, pero hay un problema: están repartidas a lo largo y ancho de su gigantesca cuadrícula. Hollywood Boulevard, dado su carácter turístico, puede ser una discreta excepción: aparte del citado Hollywood & Highland, la calle cuenta con numerosas y modestas tiendas que venden la ropa de marca que fascina a europeos (pantalones Levi's, Dickies, calzado deportivo...) a precios bastante atractivos, sobre todo en la vertiente oriental de la calle.
Los amantes de los libros y el celuloide deben acudir a la Larry Edmunds Bookshop en el número 6644; los que se diviertan rastreando entre toneladas de ropa retro, al 6320 donde se levanta Iguana Vintage Clothing y los que quieran conocer la cara más rural, agreste y campesina de la city, al mercado Farmer, entre las avenidas Selma e Ivar, donde se venden frutas, hortalizas y productos de huerta.

6. Exposiciones sin complejos
En Hollywood Boulevard no hay una sucursal del Louvre. Tampoco del Prado, el British Museum o, tan siquiera, del Guggenheim. No los necesita. Los museos que se concentran en este rincón angelino son, sin excepción, un homenaje a la cultura del entretenimiento sin ningún tipo de complejo. Allí, en dos manzanas enfrentadas entre Highland Avenue y Mc Cadden pace el Ripley's Believe it or Not! (con todo tipo de artefactos curiosos como una escultura de Marilyn Monroe hecha con billetes de dólar o la fotografía de un plátano que, con el sello de correos correspondiente, viajó de una punta a otra de los EEUU) o el Frederick's of Hollywood, centrado en el mundo de la ropa interior femenina.
También está allí el Guinness World Records (que recopila las hazañas del famoso libro) o el museo de Cera de Hollywood, que homenajea, con mayor o menor tino, a las estrellas de Hollywood (Charlton Heston aparece montado la cuadriga de Ben Hur) y la industria del entertainment como Britney Spears (cuando estaba delgada) o Michael Landon, de Autopista hacia el cielo. El que apueste por la trascendencia y las habladurías de la Meca del Cine se puede acercar al L. Ron Hubbard Life Exhibition (en el 6331, junto a Wine Street), donde se desglosa la vida y milagros del creador de la iglesia de la Cienciología.

7. La necrópolis de celuloide
Hollywood Forever no es sólo un oasis verde y silencioso en el corazón de la gran ciudad, sino una válvula de escape del mundo de los vivos. Situado a apenas tres kilómetros (una minucia en esta urbe descomunal) al sudeste del meollo hollywoodiense, vecino a los estudios de la Paramount y accesible por el Boulevard Santa Monica, en este camposanto se encuentran enterrados nombres icónicos de la historia del Séptimo Arte como Tyrone Power, Rodolfo Valentino (con su nicho del Mausoleo Catedral siempre florido), John Huston (al que alguien anónimo deja una botellita de Jack Daniel’s sobre su lápida), Cecil B. DeMille, el gángster Bugsy Siegel o rockeros como Dee Dee y Johnny Ramone o Bianca Halstead.
En la entrada, venden un práctico mapa con las tumbas ilustres señaladas por cuatro dólares. Más allá de la mitomanía, la necrópolis es un agradable parque de libre acceso con la hierba cortada al raso, un par de estanques ornamentales y las sempiternas y espigadas palmeras californianas emergiendo entre cuidadas tumbas, algunas de ellas con un banco anexo para departir cómodamente con el difunto.

8. El pavimento sagrado
El suelo de Los Ángeles es bello. Al menos parece serlo en el tramo de Hollywood Boulevard comprendido entre Gower y La Brea y un par de calles aledañas, donde los transeúntes fotografían, una y otra vez, baldosas, posan junto a ellas y acarician el pavimento. ¿La razón? Las más de 2.200 estrellas dedicadas a actores, actrices, directores y demás gentes de la industrial del entretenimiento norteamericana que pueblan las aceras. Los astros del Paseo de la Fama no se ganan, sino que se pagan: cuestan unos 17.000 dólares, miden un metro cuadrado y están hechas de terrazo y carbón, con letras de bronce.
Obviamente, las más famosas (Tom Cruise, Michael Jackson, Marilyn Monroe...) se encuentran en las inmediaciones del Teatro Chino, aunque el Hollywood Walk Of Fame es una continua fuente de sorpresas con estrellas dedicadas a Bugs Bunny o Ronald Reagan o estrellas huérfanas de nombre, a la espera de que alguien las compre

0 comentarios: